miércoles, 10 de octubre de 2012

Monstruos

Tu siempre me esperas para escribirte, aunque últimamente te tenga un poco olvidado, siempre estás aquí, tan blanco como siempre, a lo que te echen. Lo cierto es que hubieron noches que ni siquiera tú pudiste consolarme, pero yo creía, siempre creí, y eso fue lo que me mantuvo viva. 

Me mantuve viva cuando todo estaba perdido, cuando se me moría en las manos. Me mantuve despierta para regresar, me mantuve fuerte para estar sin estar, y lo conseguí. Quizá las heridas de la supervivencia cuando llegas a tierra son más profundas de lo que pensabas, te hacen crecer aunque no quieras, y el bien y el mal se difuminan fundiéndose en algo tan abstracto que no eres capaz de vislumbrar más allá de la luz que persigues más que empeñado, más que obstinado, más que obcecado. Probablemente el camino te haya hecho endurecer más de lo que te hubiera gustado, y las cosas de las que no te sientes orgulloso te perseguirán toda la vida, porque no ser lo que se espera de uno es más grave que equivocarse.

Y puede ser que se esperara otra cosa, yo no lo sé, pero cada noche, cada día, en cada momento que desaparecía y me quedaba sola, más sola de lo que he estado nunca, imaginar me mantuvo a salvo. Llámalo fanatismo o como quieras, pero fue creer lo que hizo que no me perdiera por el camino, aunque no lo parezca, aunque no encarne la figura que esperabas pude elegir entre desvanecerme y luchar y elegí la más difícil, la más arriesgada. 

Yo puedo no ser como esperas, la consideración de la perfección es tan indeterminada que ahora me dar por pensar que quizá hubiera sido más fácil desaparecer, dejando el recuerdo de lo que soy y que crees que fui. Pero tú me querías aquí y hasta aquí llegué persiguiendo un sueño, tres palabras, llámalo cuento o futuro, como quieras. 

Pero ahora estoy cansada, de repente y sin quererlo, y ni siquiera escribir me calma. Seguramente será la noche larga, y descansar el corazón es todavía una utopía. Dicen que llevo mucho tiempo viva, más de lo normal, y no quiero morirme un poco, no quiero morirme más de una vez en el camino. 

martes, 2 de octubre de 2012

PD:

Ahora que lo pienso, y que la fiebre me ha dado una pequeña tregua vengo a explicar que nos pasamos la vida diciendo que no: que esto no se dice, que no se hace, que no se piensa, que no se siente.  No es que sea yo la persona más indicada para explicar este modelo de conducta, aunque quizá la imposibilidad de seguirlo me otorguen más razones para hacerlo. Lo cierto es que no vale de nada.

Si, mira, está genial eso de ser prudente y yo meto la pata muchas veces. ¿Pero sabes que pasa? Que no se tú, pero yo no tengo ni idea de dónde voy a estar mañana, y si estoy lejos quisiera decirte antes que me gusta estar cerca, que si no puedo hablar, mejor contarte ahora que todos los días tienen un minuto para cerrar los ojos y verte la cara, que si no voy a poder escucharte, mejor que me cantes tu canción preferida, y que si no vuelvo a escribirte sepas, que todavía no he podido escribir nada tan cierto como tu nombre.


"Y no dejes de soñar"