miércoles, 14 de marzo de 2012

Personas chiquititas...

En tiempos en los que lo que importa es cuanto tengas en el bolsillo, los contactos que puedas computar con los dedos de un pie y como de bonito y brillante sea tu coche, a veces tenemos que toparnos con personas chiquititas y dejar que nos recuerden qué es lo verdaderamente importante.


Estamos tan preocupados siempre en conseguir esto, en ser aquello o en llegar a, que no reparamos en la de cosas que pasan por delante de nuestros ojos y que no somos capaces de ver. Cegados por ambiciones que hacen que nos obcequemos con nosotros mismos, y obcecarse con uno mismo, créeme que es lo peor que se puede hacer. 


Por eso, de vez en cuando hay que pararse en seco. Por eso de vez en cuando hay que pararse a perder 10 minutos, a bañarse con ropa, a comerse un helado, a reírse hasta que duela la barriga o a contar los aviones que pasan. Pararse a mirar al cielo, o vigilar lo que hacen las gaviotas, o como trabajan las hormigas, o como se mueven las nubes.



Porque cuando el mundo corre tan rápido y el reloj vuela, cuando piensas que le faltan horas al día y le sobran minutos al tiempo, entonces necesitas una de esas personas chiquititas para que te diga "buenas noches" o "eres vieja" o "mimosa" o "te quiero". Y es que cuando una de esas personas chiquititas dice te quiero no hace falta que pares, ya se para el mundo sólo, pero para que te des cuenta de que no necesitas nada más que eso.





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