domingo, 25 de marzo de 2012

Una hora más, una hora menos.

Hacía mucho tiempo que no escribía de ti. Supongo que una época de sequía no está mal de vez en cuando, sobre todo porque alimenta la imaginación eso de tener que ingeniárselas con trasvases y nuevas tecnologías para que llegue el agua a buen puerto. A veces las sequías llegan porque tienen que llegar y uno no puede hacer más que mirar al cielo y suplicar que caigan algunas gotas, aunque sea para humedecer la tierra, aunque no de siquiera para que crezca la hierba.

Supongo que en situaciones extremas y aunque más de uno clame al cielo, las cosas son cuestión de fe. Pero no fe en ningún Dios o si, sino también fe en uno mismo o en otro, o en el viento, que en ocasiones trae nubes negras que tras escurrirse como una esponja de avena, sí de esas de las chachis, dejan un cielo tan despejado que hasta el Sol siente vergüenza de estar tan al descubierto. Se, que ver ese cielo da una serenidad tan grande, que uno se puede pasar el día suspirando, o en las nubes que no hay, o con la cabeza llena de pájaros que no esperabas que volvieran a volar tan dentro de ti.

Hacía mucho tiempo que no escribía de ti, aunque no he dudado nunca de que lo vas a llenar todo. Los huecos que quedan por cubrir, los que no podremos evitar hacer con el paso del tiempo, los que el tiempo hará de nosotros. Es la primera vez que estar aquí lo significa todo, y quizá eso es lo que había que aprender. Estar aquí, estar en casa, que estés en mi casa y mi casa en ti. No importa mañana ni pasado, o si importan, pero no son el objetivo, claro que no. El fin eres tú. El fin es ahora. El fin es aquí. Y es el fin y el principio o ponlo al revés si quieres o empiezalo todo de nuevo. Haz lo que quieras. Haz lo que quieras y vamos a regodearnos en la comprensión y en la consideración y en todas esas palabras que tecnicamente harán de nosotros algo mejor. Ve a dónde sea y vuelve, y si tienen que ser mil veces serán mil vueltas y no mil idas. Porque en días como hoy de locura de agujas de relojes invadidos por inquietos dedos queda todo claro: que una hora más o una hora menos da igual, que estás aquí, y estar aquí se ha convertido en algo realmente maravilloso.





No hay comentarios:

Publicar un comentario