martes, 21 de agosto de 2012

Abro paréntesis, cierro paréntesis

Eso de querer salvar a todo el mundo no está bien. No. Y no es que a mi me haya entrado ahora complejo de Gandhi o de Mandela, es que simplemente no se los puede rescatar a todos. Tampoco se trata de verlos morir y mirar hacia otro lado, porque eso sería humanamente reprobable, consiste en salvar a los que sabes que quieren ser salvados, o por lo menos y aunque suene extraño, a los que querrán haberlo sido.

Hay mucha gente por ahí que quiere serlo, te los cruzas todos los días. En la cola del super, en la sala de espera de los médicos, en restaurantes, cafeterías, centros comerciales y adheridos, ¡lleno! El mundo está lleno de gente que quiere ser salvada. Ahora se que vas a pensar que no se puede ir por ahí preguntando "Buenos días, ¿quiere usted que le ampare, socorra o auxilie de algo? Lo cierto es que no, y perdón si esto está escrito con más metáforas de las que me gustaría, pero más verdad que lo anterior es que sí, que se puede ir por el mundo salvando gente. Porque a la gente no se la salva con espadas, pistolas o estrategias militares, (lo anterior lo he aprendido en los sueños que tengo) a la gente se la salva con sonrisas, con algún "pase usted primero" o alguna otra cosa que les demuestre que esto puede ser más un mundo y menos una selva.

Estas pautas de socorrismo hiperbólico son bastante válidas para gente que no conocemos absolutamente de nada porque los que llevamos con nosotros funcionan, como es de esperar, de una forma más compleja. Y es más compleja por el simple hecho de que en ocasiones pretendemos salvarlos tanto y tantas veces porque lo que tratamos en realidad es socorrernos a nosotros mismos. Escudamos la incesante necesidad de subirnos a la tabla a la deriva intentando que sean ellos los que digan primero,¡estamos salvados! Y no nos damos cuenta que si están tan necesitados de ella como nosotros terminarán subiendo un día cualquiera, cuando menos te lo esperes.

Pero luego están las otras personas. Ésas que no son, ésas que parece que fueron creadas, de ésas que no hay, las que no se salvan como el resto. Estoy segura de que sabes de lo que hablo. Son personas a las que no tratas de salvar por ellas ni por ti, o quizá si, o seguramente no lo sé. Supongo que son tan importantes que cuando deciden salvarse te salvan y cuando se mueren te matan con ellas, no del todo, un poquito, lo necesario para seguir viviendo. ¿Sabes? A alguna de esas he intentado salvar, y seguramente más veces de las que me gustaría, y siempre menos de las que creo que son necesarias. Pero al final terminas entendiendo que lo mejor sea quedarse ahí, no muy cerca, todo lo lejos que te dejen las ganas, queriéndolas flojito y mirando a otro lado, rara vez de frente, sin prisa pero sin pausa, sin que te vean pero sin que te pierdan de vista. Hasta que el amor, o se te olvide o vuelva a salvarte otra vez.



"Probablemente, tú tampoco entenderás nada...
Seguramente cuando hayas respondido un por qué, un como, un cuando...otra disyuntiva aparecerá ante tí con el frio y duro rostro del saber. Planteate el porqué de las más controvertidas acciones humanas, cuestionalo todo, incluso a tí. Pero déjame mostrarte lo sencillo que es entender los colores y los besos, los globos que se escapan y los topos que viven bajo la tierra. 
Créeme cuando te diga que el arco iris sale cuando los caramelos caen del cielo, y que la primavera llega cuando dices: "Buenos días Princesa" . No olvides preguntarme cuando cuestiones la muerte, así podré contarte que en realidad todo el mundo va a ciudad de Halloween, para buscar a un muchacho que va por los mundos llenandolo todo de luz.
Pregúntate una y otra vez por todo lo que te rodea, a cualquier hora, en cualquier lugar...pero no olvides nunca y déjame a mi que de tanto en tanto y aunque nada de lo que diga tenga sentido, con una sonrisa te convierta en un creyente"


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